jueves, 14 de septiembre de 2017

Paradigmas y modernidad


Las ideas de Thomas Khun

El filósofo de la ciencia (norteamericano) Thomas Kuhn publicó un pequeño libro titulado, "La estructura de las revoluciones científicas" (1962). Las tesis del libro demostraron ser de sumo interés para los sociólogos.
¿Cuál era el enfoque de Kuhn?
Una de las metas de Kuhn era desafiar las suposiciones comunes acerca del modo en que la ciencia cambia. Desde el punto de vista de la mayoría de los científicos, la ciencia avanza de un modo acumulativo, de manera que cada avance se construye inexorablemente sobre todos los que le han precedido. La ciencia ha alcanzado su estatus presente a través de aumentos lentos y constantes de conocimiento. Y avanzará incluso más en el futuro.
Pero Kuhn creía que esta concepción del desarrollo acumulativo de la ciencia era un mito. Kuhn admitió que la acumulación jugaba cierto papel en el avance de la ciencia, pero los principales cambios resultaban de las revoluciones. Kuhn ofreció una teoría de cómo se habían producido los principales cambios científicos.
Creía que la ciencia estaba siempre dominada por un paradigma específico, al que llama ciencia normal. La ciencia normal consiste en un período de acumulación de conocimientos en el que los científicos trabajan para extender el paradigma dominante. Este trabajo científico inevitablemente genera anomalías, o hallazgos, imposibles de explicar mediante el paradigma dominante. Si estas anomalías aumentan se produce una etapa de crisis, que  puede desembocar en una revolución científica. El paradigma dominante se abandona y se reemplaza por otro nuevo que ocupa su lugar en el núcleo de la ciencia. Nace un nuevo paradigma dominante. En los periodos de revolución es cuando se producen los grandes cambios en la ciencia

Usos del concepto de Paradigma

Un paradigma se puede utilizar para distinguir entre etapas históricas diferentes en el desarrollo de la ciencia, la Premoderna de la Moderna. También sirve para diferenciar una ciencia de otra. Se puede utilizar para distinguir la física de la química o la sociología de la psicología. Estos campos tienen paradigmas distintos. Hay un tercer uso del concepto de paradigma, que constituye el más útil para nosotros aquí. Los paradigmas pueden servir para distinguir entre grupos cognitivos dentro de una misma ciencia, en sociología por ejemplo encontramos el Positivismo, el Interpretativo y el Crítico.
Pasemos a ofrecer una definición de paradigma que creemos fiel al significado de la obra original de Kuhn:
Un paradigma sirve para definir lo que debe estudiarse, las preguntas que es necesario responder, cómo deben responderse y qué reglas es preciso seguir para interpretar las respuestas obtenidas. El paradigma sirve para diferenciar una comunidad científica de otra. Define e interrelaciona las teorías y los métodos e instrumentos disponibles.  (Ritzer,1975a:7)
Con esta definición podemos proceder al análisis de la relación entre los paradigmas, la modernidad y la sociología.

Paradigmas de época

Paradigma premoderno

Dentro de lo que aquí se denomina "premodernidad" se encuentran dos períodos bien diferenciables pero que, comparten ciertas características, a saber: la antigüedad clásica (centrada sobre todo en el pensamiento griego de los siglos VI al IV antes de Cristo) y la Edad Media (siglos V al XV).
Del primero de ellos (el "mundo griego") vale decir que da origen, que funda la cultura occidental y da inicio al proyecto racionalista  (y luego ilustrado) que recorre las venas de toda nuestra tradición. Y que llega de algún modo, incluso, hasta nuestros días.
Aquí el concepto clave es el de logos. El significado que los griegos daban al logos era el de "discurso explicativo y demostrativo", que se contraponía y se complementaba con el mito. El mito se narraba sin necesidad alguna de demostración, cuya "verdad" no residía en la verificación. Mientras el mito poseía el sentido de una palabra que se esparce sin que sea necesario determinar su origen ni confirmarla, el logos descansa en la fundamentación racional y la demostración.
Así, en esta contraposición entre mito y logos podemos encontrar la primera manifestación del concepto de ciencia. El saber científico pertenece al logos, en tanto es un discurso demostrativo, fundada en el que quizá sea el gesto más propio y originario de nuestra cultura: la exaltación de una forma de lenguaje y de racionalidad (la científica) sobre la base de la creencia en la plena racionalidad de la realidad.
En consecuencia, en el ámbito del logos los griegos distinguían entre el saber cotidiano y vulgar -un saber no sólo no fundamentado sino que tiende a evitar su examen, vale decir, acrítico-y el saber de la "ciencia", como conocimiento fundamentado y crítico.
Frente a este modo de comprender la realidad y el conocimiento el mundo de la Edad Media aporta a nuestra tradición, básicamente, todo lo derivado de la concepción cristiana de la vida. Por ejemplo, la subordinación de la razón a la fe. O lo que es aún más importante, la comprensión del mundo en términos de un orden divino. De este modo, la prioridad dada al sentimiento religioso y a la fe por sobre las evidencias de la racionalidad lógica y epistémica se funda no tanto en un rapto de oscurantismo o de irracionalidad sino más bien en que el orden a partir del cual es "leída" o interpretada la realidad es esencialmente "divino" y no "racional".
Vale decir, si se parte del supuesto o del a priori de una naturaleza cuyo sentido eminente es el de ser "huella o signo de Dios" y de la idea de un universo ordenado jerárquicamente en clave teológica es absolutamente entendible que se antepongan las exigencias de la fe  a los reclamos de la razón.
Sin embargo, en la base de todas estas diferencias entre la concepción griega y la cristiano-medieval, existe un conjunto de características compartidas, que son las que hacen posible y pertinente hablar de un paradigma premoderno, ¿por qué? Porque teniendo presente esa gran revolución científica de los siglos XVI y XVII que va a dar lugar al nacimiento de una nueva época, la modernidad, es claro que, frente a ella. el mundo antiguo y el medieval -a pesar de los principios divergentes que los rigen-constituyen una unidad. ¿Cuáles serían, entonces, los fundamentos de la misma? Aquí, aunque desde ya de un modo muy simplificador y esquemático, cabe señalar, por ejemplo, los siguientes:
- Orden jerárquico, se concibe el universo como una gran escala o jerarquía de elementos que van desde la suma perfección (el Dios cristiano o el "primer motor inmóvil" de Aristóteles) a lo más imperfecto (los cuatro elementos clásicos: tierra, agua, aire y fuego).
- Orden teleológico, se piensa que todo en el universo tiende hacia un fin, llámese éste "Dios" para la religión, "idea de Bien" para Platón o "primer motor" para Aristóteles.
- Geocentrismo, se considera la tierra como centro del universo.
- Finitud del espacio, se cree en un universo cerrado y finito, vale decir, con límites.
En síntesis, lo que aquí denominamos "paradigma premoderno" se sustenta en una comprensión del mundo muy difícil de entender para nosotros. Dado que, como se dijo al comienzo del capítulo, "nuestra" idea actual de lo científico tiene su origen más reciente en la modernidad.


Paradigma moderno

Frente al mundo premoderno, que se acaba de  describir en sus aspectos más básicos y generales, la modernidad constituye un lento pero inexorable proceso de desacralización o secularización. En primer lugar, se comienza a producir una constante y cada vez más compleja separación de esferas o ámbitos dentro de la cultura y de la sociedad. La más importante de ellas es la acontecida entre el orden de lo religioso-eclesiástico y el de lo profano-mundano. Dicho en otros términos, una de las diferenciaciones fundantes de lo moderno es la que se da (desde un punto de vista institucional) entre la Iglesia y el Estado y (desde una óptica cultural) entre la religión y la ciencia. En segundo lugar, la modernidad entendida como proceso de secularización alude a un giro profundo y esencial del pensamiento: el que va del teocentrismo medieval (preocupado por lo sagrado) a la centralidad de los problemas práctico-mundanos (vale decir, "seculares"). Concretamente, el núcleo de orientación de la cultura moderna ya no será lo divino sino más bien la resolución de aquellos problemas práctico-teóricos originados por los cambios sociales que tuvieron lugar a partir de la aparición de la burguesía. Vale decir, se trata de un giro de lo teológico a lo mundano, de lo sagrado a lo profano, del tiempo de lo divino (no susceptible de medición alguna, dado que es la eternidad) al tiempo del mundo (medible y divisible en siglos). Ahora bien, a pesar de no ser éste el lugar donde se tratará la temática referida a los fundamentos filosóficos de la modernidad-que será desarrollada en el próximo apartado-, cabe sin embargo formular ya la siguiente pregunta: ¿cómo caracterizar ese largo y continuo proceso de secularización que llega de algún modo hasta nuestros días?; ¿cuáles son las características de "lo moderno"? La esencia de la modernidad está dada por el ideal de una racionalidad plena. Esto implica o conlleva las siguientes creencias:

1) El mundo posee un orden racional-matemático. Galileo dice que "la naturaleza está escrita en caracteres matemáticos", y ésa ha de ser su clave interpretativa acerca de la realidad.
2) Dado este punto de partida (la comprensión del orden natural a partir de un a priori racional-matemático) "lo moderno" se caracteriza también por el surgimiento de una confianza absoluta en el poder de la razón: tanto en su poder cognoscitivo como práctico. Esto es, surge una creciente certeza en la capacidad no sólo teórica (en cuanto a la posibilidad de conocer mediante ella la realidad) sino, sobre todo, en su poder de dominio y transformación de la naturaleza.
3) Finalmente, cabe agregar que otro de los ideales esenciales en los que se funda el programa moderno de una racionalidad plena es la creencia en el progreso social como consecuencia inexorable del desarrollo de la ciencia. Esto supone que el progresivo despliegue y avance del conocimiento científico se traslada a toda la sociedad, dando lugar a un orden social mejor y más justo. Y, además, conlleva el supuesto de que todo proceso de innovación en ciencia es, en sí mismo, bueno

A partir de lo dicho sobre este ideal de racionalidad plena propio de la época moderna puede entenderse, entonces, cómo es que recién desde aquí nace esa idea (tan elemental para nosotros-de la ciencia como conocimiento superior, de la ciencia como modelo de conocimiento. Es así como, desde la modernidad (origen reciente de nuestra actual idea de conocimiento científico) "razón" y "verdad" son pensados casi como sinónimos de "razón científica" y de "verdad científica". Y es así como (desde entonces) la racionalidad es pensada como (y reducida a) la racionalidad propia de la ciencia. 
Y sólo preguntar por la corrección de tales definiciones nos instala sin más en la crisis del paradigma moderno, crisis que (para algunos) da lugar incluso a un nuevo paradigma, el paradigma posmoderno.

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