SOCIALIZACIÓN Y CONTROL SOCIAL
El individuo al nacer se encuentra en total dependencia del
grupo que lo recibe, y para sobrevivir requiere una protección
considerablemente más prolongada que cualquier otro animal. Sin ser recibido y
protegido por el grupo, la vida humana cesaría de inmediato. Pero esta
insuficiencia está compensada con creces, porque a diferencia de los animales,
cuya vida social está basada en el instinto, el ser humano cuenta con capacidad
de aprendizaje y con capacidad de comunicar y transmitir lo aprendido.
Una vez que se ha nacido físicamente, se debe continuar
naciendo. Se tiene que nacer para el grupo y en ese proceso el organismo
individual humano se convierte en miembro de la sociedad. Es un proceso de
aprendizaje que incorpora en el individuo el contenido cultural de los grupos
concretos de la sociedad, que realizan este proceso.
EL PROCESO DE SOCIALIZACIÓN
Guy Rocher define la socialización como el proceso por cuyo
medio la persona humana aprende e interioriza, en el transcurso de su vida, los
elementos socioculturales de su medio ambiente, los integra a su personalidad
bajo la influencia de experiencias y de agentes sociales, y se adapta así al
entorno social en cuyo seno debe vivir.
Esta definición incluye elementos que desarrollamos a
continuación y sugiere tres aspectos fundamentales:
• La adquisición de
la cultura: se adquieren conocimientos, modelos de comportamiento, valores,
normas, el significado de los símbolos… En definitiva, los modos de sentir,
pensar, decir y hacer propios de los grupos, la sociedad o la civilización en
las que uno va a vivir.
Durante la primera infancia esta adquisición es mucho más
intensa pero eso no significa que el proceso acabe ahí, la socialización
prosigue durante toda la vida haciéndose otra vez intensa en determinados
momentos, como cuando tengamos que adaptarnos a un trabajo o educar a un hijo,
o divorciarnos, o emigrar, o incluso envejecer.
• La integración de
la cultura en la personalidad: algunos elementos de la sociedad y la
cultura pasan a ser parte integrante de la personalidad. Lo integrado en la
personalidad se convierte en regla de conciencia y en la manera “natural” o
“normal” de sentir, pensar, decir y hacer. Lo que hace que no se sienta la
obligación de obedecer permanentemente a la presión de una autoridad externa.
De la propia conciencia brota la fuente de conformidad que asegura la
tranquilidad de no parecer extravagante o perturbado.
• La adaptación al
entorno social: la persona socializada “pertenece” a la familia, al grupo,
a la religión, a la nación etc., lo que significa que tiene un lugar propio en
esa colectividad y comparte con el resto de los miembros sentimientos,
aspiraciones, gustos, actividades etc. para identificarse en el “nosotros” de
cada una de ellas.
¿Cómo una persona es inducida a orientar su acción de
acuerdo con los contenidos de una determinada cultura? ¿Cómo se impone el orden
de la cultura al ser humano?
EL ORIGEN SOCIAL DE LA PERSONALIDAD
Lo que hoy sabemos sobre la socialización se debe en gran
parte a las aportaciones de George Hebert Mead (1863-1931), que denominó a su
perspectiva teórica conductismo social. Pensaba que el entorno tenía una enorme
influencia en el individuo. Mead, estaba interesado en el estudio sobre la
formación de la conciencia, porque según su idea es el rasgo distintivo de la
especie humana.
El concepto fundamental de su teoría es el self,
dimensión de la personalidad configurada por la conciencia y la imagen que de
sí mismo tiene el sujeto. Según Mead el self no puede existir al margen de la
sociedad porque nace únicamente de la experiencia social del individuo.
Esa experiencia social es un intercambio simbólico en el que
a través del lenguaje las personas crean significados. Además, para entender la
intenciones de los otros debemos tener la capacidad de imaginar la situación
desde la perspectiva ellos. En efecto, nuestra capacidad para crear símbolos
nos permite separarnos de nosotros mismos y ponernos en la piel de otras personas,
por eso podemos anticipar su reacción. La interacción social requiere que nos
veamos a nosotros mismos desde la perspectiva de las personas con quienes
interactuamos y esto requiere que nos pongamos en el lugar de otros.
En efecto en la vida social los otros hacen la función de
espejos en los que uno se mira y se forma una imagen de sí mismo, las personas
se ven a sí mismas según cómo les ven otras personas.
Así pues nuestra capacidad de vernos a nosotros mismos a
través de otros implica que el self tiene dos componentes: el “self sujeto” que
emprende la acción al que denominó yo y el “self objeto” que permite mirarnos a
nosotros mismos para hacernos una imagen de nosotros mismos o autoevaluarnos y
al que llamó mi.
Mead explica que el self se desarrolla interactuando con los
otros y aprendiendo a ponernos en su lugar. Empezamos imitando sin entender la
intención de esas acciones porque no tenemos capacidad para usar símbolos.
Mediante el juego empezamos a manejar códigos simbólicos y a ponernos en el lugar
de “otros significativos” en situaciones concretas, como por ejemplo cuando
jugamos a papás y a mamás. Más adelante aprendemos juegos más complejos: juegos
colectivos, como por ejemplo el fútbol, que ya exigen ponerse en lugar de
varios de manera coordinada. Nótese que cuando niños muy pequeños empiezan a
jugar al fútbol todos corren detrás del balón, sólo cuando van madurando pueden
hacerse una idea mental de la posición en la cancha, tanto de sí mismos como de
sus compañeros. Por último se llega a una etapa en la que uno puede verse a sí
mismo desde la perspectiva de otras muchas personas, conocidas o desconocidas,
y en más de una única situación. O lo que es lo mismo, empezamos a reconocer
los valores y normas que son válidos para los demás y los incorporamos a
nuestro self.
Mead acuñó el término “otro generalizado” para referirse a
las normas y valores culturales ampliamente aceptados que nos sirven de base
para autoevaluarnos.
Pero el proceso de socialización no termina con la
culminación de esta etapa, continúa a lo largo de la vida y los individuos
acumulando experiencias pueden ir al mismo tiempo reconfigurando su self.
AGENTES DE SOCIALIZACIÓN
Lo que
diferencia a las distintas sociedades no es el proceso de socialización en sí
mismo sino los valores transmitidos, los agentes que intervienen y la
influencia que producen.
La expresión
agentes de socialización se utiliza para referirse a las instancias o vías
mediante las cuales se transmiten los conocimientos y valores. Podemos
referirnos a los grupos y los contextos sociales dentro de los cuales se
producen importantes procesos de socialización con el término agentes de
socialización.
La familia
La familia
desempeña un papel básico en la socialización debido a la imposibilidad del
cachorro humano de sobrevivir por su cuenta. Así pues, en primer lugar,
garantiza la supervivencia. Socializa, pero no crea los valores que inculca,
que tienen distintas procedencias: religión, clase social, nación etc. Por
tanto transmite valores, normas y conocimientos generados fuera de ella es pues
esencialmente un agente transmisor. Y lo hace de una forma continua y difusa.
Es la primera
agencia que recibe al niño y en ella se inicia el proceso. Influencias
posteriores lo harán sobre el terreno ya marcado por la familia. En la primera
infancia la socialización es exclusivamente familiar. Es el grupo más íntimo,
proporciona un sentido de identificación mutua que define un “nosotros”,
esencial para la transmisión de actitudes y sentimientos.
La primera
identificación del niño es con su familia y eso determina muchas otras formas
de pertenencia. Esa identificación dura toda la vida. La familia además,
transmite la posición social (estatus) Es mediadora con otras agencias de
socialización. En las familias se elige por ejemplo el tipo de escuela o se
incorpora a niños y niñas a otras experiencias socializadoras que completen la
educación de sus hijos.
La escuela
El sistema
educativo constituye el ámbito formal organizado para la transmisión cultural
de una generación a otra. La socialización se efectúa en el contexto de una
acción sistemática y planeada, ejercida por agentes específicos y con medios y
órganos especiales. En su seno actúan grupos de iguales que influyen en la
socialización.
La escuela
ensancha el mundo de relaciones del niño: allí se encuentra con personas
distintas a las de su familia, algunas con poder sobre él, otras en su misma
situación pero de proveniencias distintas.
Los
contenidos que transmite la escuela no se limitan sólo a los conocimientos
programados explícitamente. Existe también un currículum oculto que puede
incluir valores como la competitividad, el sentido del esfuerzo o incluso
diversas formas de adoctrinamiento nacional o político.
En la escuela
se experimenta por primera vez una forma de trato que se basa en lo que uno hace
más que en lo que uno es. Se es evaluado y surge la meritocracia en el aula
como una metáfora de lo que luego va a ser la desigualdad en la sociedad real.
Igualmente se
experimenta el sometimiento a normas estrictas y explicitas: puntualidad, horario,
silencio, uniformidad etc. que también resultan el ensayo general de lo que
será en el futuro la incorporación a las organizaciones donde cada uno tenga
que trabajar.
También puede
observarse cómo la escuela transmite actitudes y comportamientos distintos en
función del género.
El grupo de iguales
Además de la
familia hay otros grupos que intervienen en el proceso de socialización. Se
trata de los llamados grupos de iguales o de pares, en los cuales las
relaciones son también íntimas y cara a cara. Cada generación tiene ciertos
derechos y responsabilidades que varían a medida que aumenta la edad. En las
sociedades modernas el papel del grupo de iguales se vive de forma distinta,
aunque no hay grados de edad, a partir de los cuatro o cinco años muchos de
nuestros niños pasan mucho tiempo juntos en guarderías o escuelas y por tanto
las relaciones entre iguales son muy importantes en la socialización.
El grupo de
iguales se puede definir entonces como un grupo social compuesto por personas
de edad y posición social similar y con intereses comunes. Para un niño sus
iguales pueden ser sus vecinos o amigos de juegos, más adelante se tienen
compañeros de liceo o de actividad deportiva. Posteriormente compañeros de
carrera o de trabajo o incluso los padres de los amigos de los hijos.
En la
infancia el grupo de iguales transmite a sus miembros la noción de autoridad
informal y por tanto desarrolla una idea de mando diferente al de la estructura
familiar, una autoridad respetada por otros motivos. Además permite a los niños
eludir el control de los adultos, con lo que se va ganando una cierta
independencia personal, lo que resulta clave para aprender a establecer sus
propias relaciones y para formarse una imagen de sí mismos distinta de la que reciben
de sus padres o profesores.
Así mismo les
ayuda a compartir y explorar inquietudes, aficiones y experiencias vitales de diversa
índole. Los grupos de iguales pueden rivalizar con la autoridad de los padres, especialmente
en la época de la adolescencia en la que los jóvenes empiezan a distanciarse de
sus padres y formarse una imagen de adultos. En este momento de sus vidas los
jóvenes pueden desarrollar un fuerte sentimiento de adhesión al grupo de
iguales, que le ofrece una nueva identidad. Se puede discutir si en este
momento de sus vidas el grupo de iguales es la agencia de socialización más
importante en competencia con la familia.
Los medios de comunicación
Los medios de
comunicación de masas o “mass media” son capaces de transmitir información de
forma simultánea e impersonal a un gran número de individuos.
Es
incuestionable la influencia de los todos estos medios en el conocimiento, la
opinión y las actitudes de las personas, por esa razón se considera que los
medios constituyen una poderosa agencia de socialización.
TIPOS DE SOCIALIZACIÓN
Berger y Luckmann distinguen entre socialización primaria y
secundaria, en el libro “La construcción social de realidad” sugieren que el
individuo no nace miembro de la sociedad, sino con una predisposición hacia la
sociedad, y luego llega a ser miembro de la sociedad.
Socialización primaria
La socialización primaria es la primera por la que el individuo atraviesa en la niñez. Por medio de ella se convierte en miembro de la sociedad. Es decisiva no sólo por la plasticidad, sensibilidad y dependencia en la que se encuentra el niño, sino porque interioriza el mundo que le transmiten los otros como el único existente y posible. Esto significa que supone algo más que un mero aprendizaje por cuanto implica una adhesión emocional a esos otros significantes. Y eso es lo que le permite identificarse a sí mismo en un yo que supone un reflejo de las actitudes de los demás hacia él. Es un proceso en el que se va haciendo una abstracción paulatina de los roles y actitudes de otros específicos a los roles y actitudes en general: el otro generalizado del que hablamos en el capítulo anterior, la sociedad, en definitiva.
Los contenidos que se interiorizan durante la socialización
primaria varían entre distintas sociedades y distintos momentos de tiempo. El
proceso finaliza cuando cuándo el concepto del otro generalizado se ha
establecido en la conciencia del individuo. Pero por muy importante que sea, no
acaba aquí el proceso de socialización.
Socialización secundaria
La socialización secundaria se refiere a cualquier proceso posterior que induce al individuo ya socializado a nuevos sectores del mundo objetivo de la sociedad.
La socialización secundaria consiste en un conjunto de
procesos en los que se interiorizan diversos aspectos o “submundos específicos”
que suponen realidades parciales en contraste con el “mundo de base” adquirido
en la primaria.
Este tipo de socialización no tiene por qué requerir
identificación emocional.
Por otra parte hay que decir que suele aprenderse en
contextos institucionales, con alto grado de formalidad.
EL CONTROL SOCIAL
Si el fenómeno de la desviación es una constante universal,
también lo es la existencia de mecanismos de control mediante los cuales la
sociedad induce a los individuos a adecuarse a la norma. El control social es
el conjunto de mecanismos reguladores del orden social, mediante los cuales la
sociedad, por una parte, presiona al individuo para adherirse a las normas y,
por otra, reprime la manifestación de los comportamientos desviados.
De modo que el mecanismo más importante de control social es
la interiorización de las normas y valores de la sociedad a la que se
pertenece. A través del proceso de socialización se prepara al individuo para
que ajuste su conducta a las normas de forma espontánea o incluso inconsciente.
Los mecanismos de autocontrol o de control interno aprendidos en dicho proceso
son los más eficaces.
La desviación social
Para que la máquina del control social formal funcione es
necesario que estén definidos los comportamientos que se consideran desviados,
y esta definición la realiza la sociedad. La definición de la conducta desviada
depende de la estructura de poder existente en cada sociedad.
En todas las sociedades algunas personas dejan de comportarse
como se espera de ellas, y aunque la disconformidad varía mucho en forma y
frecuencia, existen algunos rasgos comunes en la desviación.
Ningún comportamiento es desviado por sí mismo, se vuelve
desviado cuando se define como tal. La desviación es, pues cualquier
comportamiento definido como una violación de las normas de un grupo o
sociedad. Sin reglas no hay desviación y, en un sentido más amplio, sin
organización social no cabe hablar de desviación social. La desviación es al mismo tiempo una amenaza a la
estabilidad social.
La anomia según Merton
Robert K. Merton (1910-2003) fue un sociólogo estadounidense, que abordó el tema de la
anomia en su obra "Estructura social y anomia" (1970). En este
trabajo, Merton concibe la idea de que en la sociedad existen
periodos de desviación de conducta y que se deben a coyunturas sociales
especificas. Sin embargo, agrega que estos periodos responden a la tensión
existente entre dos tipos de normas: las que señalan los objetivos a fines
culturales vigentes y las que prescriben los mecanismos o medios
institucionalizados o legítimos para obtener esos fines.
De esta forma, dice Merton, cuando existe un
desfasaje entre ambos, o cuando se enfatizan tanto objetivos (por ejemplo el
dinero o la fama) que ya no importan los medios para lograrlos (por ejemplo,
pierde valor el trabajo honrado) entonces se crean condiciones para el
surgimiento de la anomia, pues los individuos buscarán caminos alternativos a
los legítimos con tal de lograr rápidamente los fines.
Sabemos
entonces que en la vida cotidiana, y a pesar de los mecanismos antes
mencionados, con mayor o menor frecuencia las personas suelen transgredir los
limites y las normas sociales. Como hemos visto desde los deferentes
enfoques acerca de la anomia y sus
manifestaciones, la conducta desviada puede referirse a diferentes tipos de
acción: un delincuente, un líder social, un drogadicto, un suicida o un
individuo cualquiera que manifiesta abiertamente contra los que es considerado
habitual se pueden considerar como ejemplos de anomia, pues se apartan de las
normas sociales vigentes. Sin embargo, no debemos creer por ello que la anomia
trata sobre individuos desviados, sino que lo correcto es hablar de conductas
adoptadas por los individuos.
Cuando
en una sociedad se enfatizan los objetivos y valores culturales, en tal grado
que los medios institucionalizados pierden relevancia (por ejemplo se enfatiza
el valor de tener dinero pero no se valora el trabajo honrado) los sujetos se
sienten impulsados a elegir, no el medio más legitimo para alcanzar el fin,
sino únicamente el más eficaz (la estafa o el robo). Cuando este proceso se
acentúa, la sociedad se hace inestable y se produce la anomia.
El
interés de Merton se centra en la forma como los individuos se adaptan de
distintas maneras a las normas sociales. Distingue cinco tipos posibles de
modos de adaptación individual a las normas y valores de la sociedad y los
expone en el siguiente cuadro, en el cual (+) significa aceptación, (-)
significa rechazo y (-/+) significa rechazo de los valores vigentes y propuesta
por otros nuevos.
Modo de
adaptación Metas
culturales Medios
institucionalizados
Conformidad + +
Innovación + -
Ritualismo - +
Retraimiento - -
Rebelión -/+ -/
+
Conformidad: El individuo
elige fines y acepta medios compartidos por la sociedad. Es la conducta más
difundida en la sociedad.
Innovación: El individuo se
plantea fines aceptados pero rechaza los medios aceptados socialmente, se
adhiere a la frase “el fin justifica los medios”.
Ritualismo: La persona no
se plantea metas, sin embargo utiliza ciertos medios institucionalizados. Las
frases típicas del ritualista: “me alcanza con lo que tengo”, “lo importante es
tener trabajo”. La persona es rígida cuando cumple ciertos papeles
(burócratas).
Retraimiento: Es el tipo de
adaptación menos frecuente en la sociedad. Se trata de una situación en la cual
se llega a un equilibrio negativo: “perder todo para llegar a cualquier parte”,
el alcohólico, el drogadicto. El individuo ha internalizado
los valores y normas sociales durante su proceso de socialización
pero cuando percibe que los medios no son los adecuados para alcanzar los fines
entra en un conflicto que no es capaz de resolver. A partir de ahí se
autoexcluye de la sociedad y su conflicto desaparece.
Rebelión: Este
comportamiento se da en individuos que sustentan principios, pero no aceptan
los medios y fines institucionalizados y proponen nuevas metas y nuevos medios.
La rebelión no debe confundirse con el resentimiento, que tiene lugar cuando
las personas, al fracasar en su intento por lograr las metas culturales, se
desengañan de ellas. Cuando la rebelión se da en grupos relativamente pequeños
o poco poderosos en una sociedad, puede dar lugar a la formación de subculturas,
como algunos grupos juveniles.
Según
Merton la anomia no es más que el resultado de un proceso que tiene lugar en la
estructura social. Cuando el comportamiento desviado tiene éxito y se
generaliza, la conducta de las personas se hace imprevisible y hablamos de
Anomia social.
Diálogo entre Rantés, y su doctor.
"Su realidad es espantosa doctor"
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